lunes, 29 de agosto de 2011

China IV: Nos despedimos de China


Nuestros días en China se acaban. Hemos estado tres semanas en este país y hemos tenido experiencias de todo tipo. Hemos visto una China con lugares muy turísticos, pero también hemos estado en una China en donde parece que nunca hayan visto a un turista. Donde los niños cuando nos ven se echan a llorar (por extraños y no por feos!) y la gente nos saluda como diciendo: quien son y que hacen aquí? Estamos volviendo dirección Hong Kong y en un tren unas chicas que chapurrean inglés nos dicen que podríamos parar en Zhaoquing. Nos enseñan una página web (www.7moy.com) ideal para encontrar rutas en tren por China y saber precios orientativos, así que con ellas acabamos de decidirnos.  Es 6 de junio de 2011 y nosotros sin idea de lo que es este lugar y sabiendo que habrá pocos turistas, ya que no hay ningún hostel juvenil por la zona, vamos para allá. Después de tomar el tren decidimos parar en Guigang, otra ciudad perdida, ya que tenemos como regla que más de 13 horas en tren es demasiado.


Este pueblecito está perdido en el mapa. Escogido a dedo y por conveniencia en la ruta decidimos dormir allí y disfrutar de la ciudad de Guigang por un día. El calor sofocante nos paralizó al pisar este lugar. La verdad es que nos limitamos a descansar y a pasear por sus calles. Sentarte en el arcén de la carretera y ver pasar a la gente es toda una experiencia. A veces tenemos que parar y ver como todo sucede a nuestro alrededor. Así que eso hicimos. La gente montada en sus motocicletas, motocarros o rickshaws pasaban y nos miraban extrañados. Los niños nos gritaban y saludaban desde las ventanas mientras paseábamos por esta ciudad de temperatura asfixiante. Y habiendo descansado nuevamente tomamos el tren y el autobús que nos llevaría a Zhaoquing.





Estamos en Zhaoquing y encontramos una ciudad grande pero donde la vida pasa tranquila. Quizá tranquila porque sus temperaturas y humedad también asfixiantes no te dejan hacer muchas actividades físicas. Pero sin turistas y con muchas cosas por ver. De hecho tiene un parque rodeado de un lago y varias colinas que vale la pena visitar. Dentro del recinto hay varios templos-refugios chinos, reserva de aves y paseos de arquitectura china típicos de postal. Ahora mismo están reformando el perímetro del lago, pero es un lugar diferente para visitar. Tanto, que una chica se nos acercó y nos dijo que éramos  los primeros extranjeros que veía en Zhaoquing y que estaba muy emocionada de que además fuéramos españoles! Estamos convencidos de que esto no es lo normal, pero nos llamó mucho la atención.


Por tanto, nos dedicamos a pasear, comer y seguir comiendo. Bueno y también  nos mojamos mientras nos caía la trompa más grande de agua que nos había caído jamás viajando. Allí supimos lo que las altas temperaturas y la humedad pueden hacer con las nubes. Una trompa de agua tan grande que quedamos parados como una hora con más chinos debajo de un refugio mientras paseábamos por Zhaoquing. Y cosas de la vida se nos acercó un anciano y nos regaló un paraguas. Son situaciones que se agradecen y que no se encuentran todos los días, y más en China, donde entre ellos no existe un respeto como el que podemos encontrar en las ciudades europeas. Así que dejamos esta ciudad para llegar a la frontera con Hong Kong y entrar nuevamente en la ciudad tecnológica y loca que nos había dado la bienvenida a Asia dentro de nuestro viaje. Teníamos un vuelo esperando a Singapur, y allí íbamos. Así que nos vemos en la próxima entrada a Singapur!

Esperando en la ultima estacionde China y camino a Hong Kong


lunes, 22 de agosto de 2011

China III: Sureste chino: Lijiang

Llegamos al tren que nos llevaría a Lijiang. Y allí nos sentamos al lado de dos mujeres que no paran de mirarnos. Bueno la sensación es bastante común ya para nosotros, así que no nos importa. Delante de nosotros cuatro chicas y entre todas hablan un inglés muy pobre pero con el que nos podemos comunicar. Así que las dos señoras empiezan a preguntar. Se empieza a crear confianza. Alguien grita Lijiang y nos bajamos todos. Como en casi todo en nuestro viaje, está la opción cara y la barata, es decir que para llegar a la ciudad preguntamos a una pareja donde el chico habla inglés y nos dice que el bus vale 1 Yuan (0,10€) pero que hay que correr para coger sitio.


La conclusión de todo esto es que acabamos en el bus sentados gracias a que las dos mujeres que habíamos conocido habían sido más vivas y nos habían guardado unos sitios (y nosotros además con los mochilones) entre gritos con los otros chinos y apretujados por la gente que va de pie. Cuando nos bajamos, las dos señoras, la parejita a la que habíamos preguntado por el bus y nosotros seguimos a una chica que nos dice que ella está un hotel muy bien de precio y que nos podemos alojar todos. Así que allí vamos. Nuestros nuevos amigos encantados y nosotros también. Tenemos amigos nuevos, la primera noche tenemos que compartir baño con las señoras, pero no nos importa, estamos en un hotel que resulta ser una casa del casco antiguo tradicional y a muy bien de precio y estamos en el centro de Lijiang. Así que esa noche nos fuimos el grupo a cenar juntos y a visitar las tiendas de Lijiang (que por cierto hay miles y nuestras nuevas amigas son unas compulsivas de las compras!).

Foto de grupo en Lijiang

A Lijiang la llaman la Venecia de Asia ya que tiene una red de canales que la hacen peculiar. La verdad es que es uno de los lugares más bonitos que hemos visto de China. Por supuesto también está enfocado al turista, tanto que la UNESCO está planteando retirarle al pueblo la acreditación de Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo una parte de las casas se encuentran en la ladera y para llegar a ellas tienes que subir por empinadas cuestas, pasar por escaleras laberínticas y encontrar así a cada esquina casas con encanto, todo de piedra y restaurantes con miradores de ensueño hacia los tejados de Lijiang. Sus calles principales son un laberinto de canales llenos de carpas chinas y molinos de agua que antiguamente estaban en uso. Su arquitectura es impresionante y más de noche cuando todos los tejados de Lijiang se encienden para darle un toque mágico al pueblo. No creemos que podamos explicar o definir más a Lijiang porque la verdad es que las imágenes lo dicen todo.


Cuando llegamos habíamos leído que se tenía que pagar una tasa de 80 Yuanes para entrar al casco antiguo. Y la verdad, es que esto no es del todo cierto. Se pagan 80 Yuanes para visitar el estanque (con puente tradicional chino y típico de postal) que suministra agua a todo el pueblo. Para nuestro gusto es excesivo, pero es casi visita obligatoria. Nos quedamos más días de los planeados en Lijiang. Estábamos cómodos y preferíamos estar allí paseando, haciendo fotos y disfrutando de alguna excursión por los alrededores.
Tejados de Lijiang





Una de las excursiones de las que hablamos fue a Baisha. Baisha es un pueblo sin nada en especial pero con muchas cosas que ver. Tiene de fondo las montañas chinas famosas en muchas imágenes y películas chinas (según los locales). Nada más llegar allí y casi a la hora de comer nos asaltó una pequeña y anciana mujer. Como pudimos entendimos que nos daba de comer en su casa, y como no aceptamos. Tenía referencias de viajeros en sus libros y explicaban que para ganarse la vida ofrecía dar de comer a los visitantes. Así que no sentamos en su casa, en una mesa común mientras ella nos sacaba lo que tenia: cacahuetes, pipas, caramelos, té,… y se iba a la cocina a preparar la comida. No quería ayuda, pero nosotros insistimos. Rodeados de moscas y en uno de los entornos más humildes en los que nos habíamos encontrado, compartimos arroz, carne con patatas guisadas, verduras,… con aquella señora con la cual y desgraciadamente no podíamos conversar demasiado (por el idioma, por supuesto), pero nos atendía con devoción mientras nosotros comíamos lo que ella nos había preparado. Le escribimos en su libro de referencias y nos fuimos con la promesa de enviarle las fotos. Una experiencia diferente que ya había hecho que la visita a Baisha valiera la pena.



A parte de esta experiencia humana, visitamos las calles de aquel lugar perdido, mientras la gente del lugar recogía arroz, separaba el grano de la paja, trabajaban otros cereales, o simplemente tomaban té en algún bar.



De vuelta a Lijiang disfrutamos del tiempo que nos quedaba en este lugar. De sus mercados, que van más allá del centro histórico, de que la gente se quisiera hacer fotos con nosotros o simplemente de sus vistas. Nuestros días en China se estaban acabando y volvíamos dirección Hong Kong, aunque no es tan rápido como parece. Estábamos a muchos kilómetros de distancia y teníamos algunos días por medio para seguir descubriendo esa China que poco a poco nos había cautivado, así que nos dejamos llevar por las recomendaciones de los locales. Nos subimos nuevamente en el tren para volver hacia la ciudad fronteriza con Hong Kong, pero antes haciendo alguna paradita por el camino. Nos seguimos viendo por China!!
Gente bailando en la plaza principal de Lijiang





Nuestra furgo en China!


jueves, 11 de agosto de 2011

China II: Kunming y Dali

Seguimos en China y cada vez entendemos más esta cultura. Aunque hay cosas que no logramos asumir de la cultura china, las aceptamos. Nos cruzamos con varios viajeros y siempre sale el mismo tema: porque escupen tanto? Porque los niños van sin pañales y con una obertura en su pantalón para hacer sus necesidades donde sea? Porque todo está tan sucio? Y porque son capaces de tirar una bolsa de basura desde una ventanilla de un tren?

Dicho así puede parecer duro, pero estas son algunas de las realidades de China, y quizá uno de los motivos de porque nos ven tan diferentes y porque resulta un país algo duro para viajar. De hecho, tenemos que decir que llegamos a buscar en Google: ¿Por qué escupen los chinos? Y hay que decir que al parecer es algo ancestral donde se tenía la creencia de que tragar saliva era algo perjudicial. Sin embargo es duro levantarse en una cama y escuchar que tres o cuatro personas, al unísono, al otro lado de la puerta están escupiendo (escandalosamente y desde sus adentros) sin mayores problemas. Da igual que sean mujeres u hombres, jóvenes o mayores. En un autobús, en un restaurante o en una tienda. Esto es China! Y de hecho es tanta la costumbre de escupir que para los Juegos Olímpicos de 2008 prohibieron tajantemente y con multas económicas escupir en las ciudades. Quien haya ido a China entiende lo que comentamos. Sin embargo, y aunque parezca mentira te acabas acostumbrando y es un hecho que debes aceptar, ya que es tanta la población china que: ¿Qué hacen unos turistas como nosotros en medio de este tema? Jajajaja


Nos dirigíamos a Kunming, más al centro de la parte sur de China. Nos habían dicho que era una ciudad dinámica, que tenía un valle llamado el Bosque de Piedra impresionante y nos iba perfecto en la ruta para llegar a nuestros próximos destinos. No hay que olvidar que cualquier ruta en tren (o en cualquier otro transporte) por China no baja de las 8h, así que ya teníamos el cuerpo acostumbrado a los transportes chinos y a la vida que se vive en los trenes entre preguntas, sonrisas, gente hablando y fideos instantáneos. Cuando llegamos a Kunming encontramos una ciudad algo más grande de lo que nos habíamos imaginado. Con varios Carrefour (con productos chinos! Impresionante de divertidos) y con rincones bonitos.
Paseando por Kunming



La parte antigua de Kunming nos gustó. Sus casas de madera medio derruidas, entre Mc Donald nuevos y tiendas de hierbas chinas, el mercado de plantas y el famoso mercado al aire libre de pájaros. Hay varios templos y puertas de arquitectura china repartidos por la ciudad, y mientras paseas por las calles peatonales te vas encontrando con ellos. Nos quedamos de piedra, y nunca mejor dicho, cuando nos enteramos que el famoso Bosque de Piedra, que es un valle con formaciones de piedras extrañas y puntiagudas, era carísimo. La entrada costaba unos 140 Yuanes (14€! ¿Sabéis lo que hacemos en China con este dinero?), así que decidimos omitirlo ya que desde el tren a la llegada nos hicimos una idea de lo que era (porque se ve al pasar) y más aún cuando otros turistas nos dijeron que no valía la pena pagar ese dineral por lo que realmente era.

Sin embargo nuestro momento cumbre en Kunming llegó cuando fuimos a visitar dos pagodas, la del sur y la del norte. Allí encontramos a niños jugando a los pies de las pagodas, gente agradable, pero lo mejor fue ver a un grupo de gente totalmente entregado a la música y bailando dinámicamente entre la mirada de la gente que paseábamos por allí, mientras su profesor bailaba y movía las caderas al ritmo de canciones americanas, chinas,…. Muy divertido!


Muralla de Dali
 Siguiendo hacia el oeste y buscando nuestra idea de China tradicional, y no de mega ciudad, llegamos a un pueblecito llamado Dali. Decían que Dali todavía conservaba esa parte de auténtico que los propios chinos se empeñan en destruir y sustituir por Mc Donald, modernidad y consumismo. Dali tiene un centro histórico rodeado por una muralla que impresiona al llegar. Hay que decir que su centro histórico, a pesar de estar lleno de tiendas de souvenirs mantiene ese encanto centenario mezclado con tiendas y restaurante al estilo chill-out con música de ambiente y calles empedradas.


 



Foto: mercado popular

Fotos: Las calles y gente de Dali

Fotos: Que hay en la parrilla? Son insectos?
Fotos arriba: Pagodas de Dali. Foto: Tejados de Dali



Las puertas de las murallas se mantienen y sirven como miradores para admirar los tejados de toda la ciudad, ver pasear a la gente por sus calles principales y disfrutar de la vista de las tres pagodas sagradas que se encuentran a algunos kilómetros de allí. De hecho, Dali está a la orilla de un lago el cual mantiene lugares o pequeños pueblos que se caracterizan por no estar demasiado explotados todavía. Por este motivo decidimos visitar uno de ellos. Así que después de comernos un bol de fideos con sopa, nos subimos en un autobús público, como visita de un día, averiguamos el precio, discutimos para que no nos engañaran y llegamos a Xizhou. Este pueblo, aunque recibe turistas, suelen ser locales. Es un pueblo con casas antiguas, donde cocinan con carbón y su esencia tradicional todavía se puede respirar. Tiene varios de los templos budistas más importantes de la región, mantiene las grandes residencias de los señores de la época  y tiene un estanque muy bonito con puentes chinos tradicionales, lleno de nenúfares (o flores de Loto) de varios colores.
FOTOS: Paseando por Xizhou





Gente de Xizhou
 



 




Dali nos había encantado. No sólo por su gente, sus calles, sus vistas, sino también por su mercado lleno de fruta, carne cortada allí mismo sin problemas de higiene y por descubrir la cantidad de huevos diferentes que los chinos pueden llegar a consumir. Pues si: tienen huevos enterrados, huevos azules, huevos rojos, huevos fermentados,…. En los mercados encuentras tofu frito, jamón parecido al nuestro, infinidad de variedad de verduras y todo lo que quieras. Ver como fríen y venden en la calle pinchitos de larvas, saltamontes y grillos. Además los mejores dumplings que hemos comido en China los hemos comido en Dali, así que queréis? Nos íbamos con pena de este lugar tranquilo pero agitado a la vez, y más con la llegada del fin de semana y del turismo local. Nos dirigíamos a la parte más oeste del sur de China. Casi con la frontera de Vietnam nuestro próximo destino era y es Lijiang, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.