Estamos en Puno, ciudad peruana al lado del lago Titicaca y decidimos acercarnos a Bolivia. Aunque pensábamos estar más tiempo en Bolivia y recorrer Potosí, Sucre y el salar de Uyuni, entre otros, dedicamos más tiempo a Perú ya que no quisimos correr por las peligrosas carreteras bolivianas y además con lluvia.
Cruzando la frontera entre paises |
Perú y Bolivia tienen frontera por la ciudad de Desaguadero y por el lago Titicaca. Como nosotros estábamos en el lago decidimos ir por esta frontera. Es curioso porque llegas a un punto donde el autobús para y te bajas para caminar hasta las “oficinas” de inmigración. Cuando nos sellaron la salida de Perú caminamos hasta una pequeña barrera para entrar en Bolivia donde nos sellaron la entrada al país. Así de sencillo!! Nos subimos al bus que también había pasado la frontera para nuevamente pararnos a los 5 minutos. Teníamos que cruzar un trozo de lago y el bus iba por un lado y los pasajeros por el otro (en lancha). La verdad es que parece un poco caótico pero te acostumbras a los imprevistos, las cosas que no te han contado y que parece ser que todo el mundo sabe menos tu y a tener mucha paciencia.
Salimos a la calle y encontramos a una ciudad en fiesta. Las bolivianas vestidas con las grandes faldas y los típicos sombreros bolivianos. Vestidas con las mejores galas para la ocasión y su pelo recogido en trenzas largas hasta la cintura, de todas las edades y clases. La gente bebiendo cerveza en exceso, bailando y comiendo mucho en la calle. La verdad es que vimos a gente muy “contenta” o desfasada, pero como nos comentaron más tarde, a las mujeres no se les permite beber en la calle, por lo que en los días de fiesta el desfase es la reina. A parte de música en la calle y jaleo aprovechamos para descansar.
Visitamos un mirador desde donde se ve todo el Lago Titicaca y que para llegar pasas por altares de ofrendas. Las vistas espectaculares, el sol en la cara agradecido y la sensación de paz en medio de una ciudad caótica y en fiesta necesario. También tenemos que decir que en Copacabana encontramos como norma general a un boliviano bastante cerrado y no muy agradable con el turista. Además los olores no son muy agradables y la higiene escasa. Nos habían dicho que las bolivianas utilizan sus grandes faldas para agacharse y orinar en cualquier lugar, y damos fe de que así es. Aunque esto no lo criticamos, es un tema cultural y de tradiciones. Por otro lado, nosotros recorrimos los mercados, los comedores populares y muchos rincones de la ciudad y la actitud de la gente de Copacabana no nos acabó de gustar. Sin embargo, cuando llegamos a La Paz, capital del país, el boliviano que encontramos fue completamente diferente.
Ciudad de Copacabana, Bolivia |
Llegamos a La Paz no sin nuestra dosis de aventura en los autobuses bolivianos. La verdad es que entrar en La Paz da un poco de pánico. El camino de montes alrededor del lago Titicaca es precioso, pero cuando entramos en la ciudad fue la guerra! Es una ciudad desordenada y llena de gente. Las casas están apiladas como hormigas en las laderas de la montaña y la gente camina y camina y antes de que los semáforos estén en verde cruzan y se cuelan entre los coches. La gente grita y tu atención se va a la señora que ofrece jugos naturales mientras el olfato se te va a la señora que vende empanadas. Y a todo esto se le suma el aguantar las duras subidas en las que te falta el aire (ya que La Paz se encuentra a 3650 metros sobre el nivel del mar) y el no perder de vista a tu pareja entre la multitud de gente!
En La Paz encontramos un Hotel de tres plantas con cocina, cerca de la plaza Murillo en donde está el Palacio de Gobierno y donde, según dicen los ciudadanos de La Paz, Evo Morales va cada día a trabajar y a tomar las decisiones transcendentes del país. Allí estuvimos cuatro días sin hacer nada en especial. Sólo disfrutar, comer, ir a la lavandería, conocer los mercados y visitar los rincones. El tiempo tampoco acompañó pero hay algunas excursiones para hacer por los alrededores. Quizá la próxima vez.
Llegamos a La Paz no sin nuestra dosis de aventura en los autobuses bolivianos. La verdad es que entrar en La Paz da un poco de pánico. El camino de montes alrededor del lago Titicaca es precioso, pero cuando entramos en la ciudad fue la guerra! Es una ciudad desordenada y llena de gente. Las casas están apiladas como hormigas en las laderas de la montaña y la gente camina y camina y antes de que los semáforos estén en verde cruzan y se cuelan entre los coches. La gente grita y tu atención se va a la señora que ofrece jugos naturales mientras el olfato se te va a la señora que vende empanadas. Y a todo esto se le suma el aguantar las duras subidas en las que te falta el aire (ya que La Paz se encuentra a 3650 metros sobre el nivel del mar) y el no perder de vista a tu pareja entre la multitud de gente!
En nuestra furgo por Bolivia |
En La Paz encontramos un Hotel de tres plantas con cocina, cerca de la plaza Murillo en donde está el Palacio de Gobierno y donde, según dicen los ciudadanos de La Paz, Evo Morales va cada día a trabajar y a tomar las decisiones transcendentes del país. Allí estuvimos cuatro días sin hacer nada en especial. Sólo disfrutar, comer, ir a la lavandería, conocer los mercados y visitar los rincones. El tiempo tampoco acompañó pero hay algunas excursiones para hacer por los alrededores. Quizá la próxima vez.
Guardia del Govierno |
Ofrendas de fetos de llama a la Paccha Mama |
Vistas de La Paz |
Estación de La Paz con nuestros amigos Chilenos |
Volvimos a Perú para llegar a Arequipa y después a Lima para volar a México. No sin nuestras aventurillas peruanas por el medio conseguimos llegar (mucho cuidado con los transportes peruanos ya que a veces te venden buses fantasmas! Jajajaja Aunque con final feliz!). Nos vemos en México.