jueves, 30 de junio de 2011

Nueva Zelanda III: de ruta con la furgo

Isla sur
Carretera y manta y subidos en nuestra Toyota automática empezamos la ruta. Hay que decir que conducir por la izquierda mentalmente cuesta. Pensar en las maniobras que hay que hacer y de donde vienen los coches, pero no es tan difícil como parece. Lo primero que teníamos que hacer era cargar la furgoneta de gasolina y provisiones. En Nueva Zelanda hay muchos supermercados y es fascinante entrar solo para ver los productos diferentes que tienen y los precios que se mueven. Existen unos supermercados llamados PACK’N SAVE donde todo es más económico y puedes encontrar desde salmón y espaguetis envasados, hasta todo tipo de salsas, leche de litro en botella, aceite Carbonell de oliva (que compramos para cocinar, por supuesto)…
Empezamos a bajar por la costa este para llegar al Lago Tekapo. A pies del Monte Cook, uno de los más apreciados por los montañistas, decidimos parar y preparar una comida caliente  que después disfrutaríamos sentados en nuestras sillas de camping con vistas al monte. Esa noche pararíamos en Oamaru, un pueblo que ni conocíamos pero que nos venía bien en la ruta para parar. Haciendo una media de 250Km al día y teniendo en cuenta que a las 17h se hace de noche, teníamos que mirar bien donde parábamos. La verdad es que Nueva Zelanda es un país en el que se puede viajar sin necesidad de pagar camping. En todos los lugares encuentras baños gratis, limpios y hasta con papel higiénico (y con recambios nuevos que nadie cogía!) y jabón (anda que esto iba a pasar en España!), abiertos toda la noche y con un mantenimiento excelente, así que sólo necesitábamos parar en un sitio no muy llamativo, cerca de estos baños y echar nuestras cortinas de la furgoneta para amanecer al día siguiente. Otra posibilidad son los Mc Donalds, que aparte de cerrar normalmente tarde ( o suelen ser 24h) ofrecen servicios de baño e Internet gratis.
 Los que estáis pensando en la higiene personal no os preocupéis. Siempre se puede se puede ir a un camping y pagar el servicio de duchas o parar en un hostel juvenil y por 1,5$ tienes una buena ducha caliente y aprovechar para cargar alguna batería. El agua en Nueva Zelanda es buenísima. Hay que decir que se puede beber agua de todos sitios sin problemas y rellenar las botellas de los grifos. Igualmente como Nueva Zelanda es un país acostumbrado a las autocarabanas o furgonetas hay lugares para rellenar y vaciar los depósitos de agua. 


Ahora que ya sabéis como vivíamos en la furgoneta, seguiremos con la ruta. Llegamos a Dunedin, conocida por sus colonias de pingüinos, aunque nosotros no tuvimos demasiada suerte y no vimos. Nueva Zelanda tiene un paisaje precioso, aunque hay que decir que no es el más variado que hemos visto. Durante kilómetros puedes ver extensos prados verdes y una gran cantidad de ovejas y vacas,  ya que suponen el principal sustento de muchas familias neozelandesas. Conforme nos íbamos acercando al parque Natural de los Fiordos el paisaje iba cambiando, encontramos muchos Lagos, a cual más impresionante, y las montañas iban apareciendo conforme íbamos llegando. El parque Natural de los Fiordos es un entorno natural diferente. Llegar a los Fiordos es toda una aventura ya que te adentras en un paisaje medio selvático hasta llegar a la base de los Fiordos después de recorrer todo el parque. Existen trekkings para tener buenas vistas de los fiordos sin necesidad de pagar los tours en barco, pero nosotros no íbamos preparados para hacer una caminata intensa, así que nos conformamos con las vistas de los Fiordos desde su base y con algún pequeño trekking a las piscinas azules que se encuentran en el mismo parque natural.
Estábamos en la costa oeste de Nueva Zelanda y empezamos a subir. Dicen que Queensland es uno de los más bonitos pueblos de Nueva Zelanda. Llegamos a Queensland y tal y como dicen parece la Suiza neozelandesa. Su arquitectura típica suiza es encantadora y más cuando está enmarcada por el bonito lago que la bordea. Visitamos uno de los parques públicos que hay en Queensland. Es mediado de abril y en Nueva Zelanda hace frio, de hecho están en otoño, así que los árboles están preciosos.

 

Nos habían dicho que Wanaka era la hermana pequeña de Queensland, pero no estamos muy de acuerdo. En un entorno otoñal Wanaka nos encantó. Con sus calles tranquilas y sus cafés llenos de gente. Además con un toque artístico ya que se celebraba un festival de arte callejero. Sin embargo nos divirtió su museo interactivo de puzles, juegos e ilusiones ópticas. Se puede pasar un rato divertido haciendo fotos locas o jugando con los juegos del hall del museo sin necesidad de pagar ninguna entrada. Bueno, que queréis? Ya sabéis que vamos en plan económico y la verdad es que Nueva Zelanda no resulta un país barato!

Lago Wanaka

Nuestro próximo destino era el Glaciar Joseph. Es otro parque natural con paisajes diferentes. Subir hasta allí significa llevar el tanque de gasolina bien lleno y prepararse para que las temperaturas bajen. De hecho este país está lleno de parques naturales y reservas, y lo que tiene de bueno es que son de acceso libre para que la gente los disfrute. Llegamos a las faldas del glaciar y preparados con ropa de abrigo nos dispusimos a hacer la caminata de 20 min hasta su falda. Aunque se puede escalar, nosotros se lo dejamos a los grupos guiados que lo quieran hacer. Volvíamos a la costa oeste y subiendo por Greymouth y Westport nos fascinaron los cortes en la piedra de los acantilados hechas por el mar y las piedras con formas raras que el agua ha dejado en el mar de Tasmania. Llegamos a Picton para tomar el ferry y cruzar a la isla del Norte. Allí nos esperaban amigos. 

 



Fotos: Piscinas azules

Isla norte
Subimos la furgoneta en el ferry y después de pasarlo fatal por las olas y buscar sitio para dormir en Wellington, al día siguiente llegamos a Palmerston North. Allí nos esperaba Emma y Franz, los padres de Nicole, pareja de Peter, con los que habíamos estado en Auckland. Nicole insistió en que fuéramos a visitarlos si pasábamos por allí y allí estábamos. Emma y Franz nos acogieron como familia en su casa de estilo holandés. Ellos son holandeses  aunque haga casi 50 años que viven en Nueva Zelanda. Alegres, locos, divertidos nos llevaron a ver los molinos de viento, bebimos vino, comimos queso, disfrutamos de largas conversaciones y cenamos albóndigas. Buenísimas! Al día siguiente continuamos nuestra ruta hacia el norte. Nuestros 13 días con la furgoneta se estaban acabando y teníamos que llegar a Auckland para devolverla, así que los días que nos quedaban hasta llegar a Auckland, disfrutamos, seguimos cocinando en nuestra furgoneta, intentamos ver los partidos de Liga (y final de copa, sin comentarios,jejeje) en los Mc Donalds y disfrutando de los paisajes de Nueva Zelanda.
Próximo destino: Sydney.

Costa Wellington

Disfrutando con Emma en Palmerston North


Con Franz despues de beber unos vinos