China I: Bienvenidos al país que nunca duerme

Como ya dijimos en la anterior entrada de Hong Kong, cogeríamos el metro para cruzar a China y así hicimos. Después de un rato corto de espera por temas de Frontera (es muy fácil pasar si antes has obtenido el visado) entramos en tierra China. El país del sol naciente nos esperaba.

Hay que decir de China, al visitarla casi de improvisto, no teníamos ninguna guía sólo información que habíamos recopilado de algunas webs de viajeros y de información de amigos que ya habían visitado parte del sur. Así que nos hicimos nuestro itinerario para visitar el sur durante unos 25 días.

Pensábamos que lo primero que veríamos sería un pueblo no muy grande, ya que desconocíamos donde íbamos, solo sabíamos que ese pueblo se llamaba Shenzhen y que es puerta de entrada de China con Hong Kong. Sin embargo lo que vimos nos desconcertó un poco o bastante, diríamos. Ya a lo lejos pudimos ver que no se trataba de un pueblo sino de una macro-ciudad llena de edificios enormes y, como más tarde nos dijeron, de las mismas dimensiones que Pekín.

En esta ciudad pudimos ver reflejado lo que sería y veríamos a lo largo de nuestro viaje en las grandes ciudades chinas, que no son pocas; calor bochornoso, polución, negocios abiertos desde y hasta altas horas de la noche, tráfico intenso y anárquico, y la sensación de que este país no descansa nunca.

Después de pasar una noche en Shenzhen y pagar la que sería la habitación más cara de nuestro recorrido debido a la ignorancia del primer día en un país nuevo (118 yuanes, unos 12 €), nos dispusimos a empezar la ruta. Nuestro primer destino era Guilin y para ello teníamos que ir en tren y para ir en tren hay que ir a una estación. Hay llegan los problemas, ni los Chinos hablan inglés ni español y nosotros tampoco hablamos chino así que, lápiz en mano teníamos que dibujar los caracteres de esta lengua que no son fáciles o dibujar asientos, literas, monigotes representando personas…toda un aventura y algo que puede ser muy divertido o que te puede llegar a impacientar, tanto en estaciones de transporte como en hoteles. Además creemos que los gestos como el de dormir o muy caro, habituales en nosotros a ellos les sonaba a ‘’chino’’. En conclusión: habéis jugado alguna vez al Dicciopinta? Pues eso es la comunicación en China!

En los trenes chinos

 Vivir China es toda una experiencia. No solamente por la comunicación, sino también por los productos tan diferentes que tienen, beber té a todas horas, comer con palillos, sorber fideos en sopa extremadamente picantes y poco a poco ir descubriendo palabras y cosas nuevas y buenísimas para comer. Entender porque tienen tanta curiosidad en todo lo que hacemos, con una mirada constante sobre nosotros. Querer saber a dónde vamos y negarnos la ayuda porque no hablan nuestro idioma, y a veces no quieren complicarse, o simplemente se ríen y nos intentan decir que somos guapos por tener unos rasgos diferentes. No saber porque siempre se ponen de cuclillas en vez de sentarse en un bordillo o en el suelo, y así estar horas si es necesario, mientras nosotros somos incapaces de estar más de diez minutos. Quien haya estado en China, sabe que esto es el día a día y que es una cultura totalmente diferente y por descubrir.

Llegamos a Guilin en tren (la mejor y más segura forma de viajar en este país) y encontramos a una ciudad turística en donde nada más llegar intentan venderte su travesía por el rio Li, famoso por sus colinas de fondo (plasmadas en los billetes). Aunque las camas chinas son bastante duras, todas las habitaciones tienen tetera eléctrica para calentar agua para el té y baño propio con agua caliente. En Guilin hay muchos alojamientos y se puede encontrar habitación a buen precio (80 yuanes habitación doble= 8€. Internet: 3 yuanes la hora).

Decidimos ir directamente al puerto para contratar la travesía por el rio Li directamente allí y evitar a los comisionistas y las agencias. En la misma terminal de autobuses, y después de rechazar varias ofertas de precio desorbitado, se nos acercó una chica con cara de buena persona ofreciéndonos lo mismo, llegando al puerto en bus ordinario y haciendo la travesía en barco hasta Xinping (pueblecito encantador. Total: 180 yuanes= 18€) por un precio razonable, además ella era la barquera por lo que quedamos encantados con sus explicaciones, su compañía, y de que el dinero fuera íntegro para su familia. La verdad es que el paseo por el rio Li es encantador. Un paisaje como el que uno se imagina de China, con colinas puntiagudas, aguas turbias y barcas navegando por el rio. Echamos en falta un poco más de silencio, porque las antiguas barcas de bambú han sido remplazadas por barcas con motor, pero tiene igualmente su encanto.

Paseando por el rio Li

Después de casi dos horas de travesía llegamos a Xinping, un pueblo sacado de un cuento chino, si no fuera por sus tiendas de souvenirs. De allí volveríamos a Guilin vía Yangshuo, otra ciudad a la que le dedicaríamos más días a posteriori, pero que esta parada nos serviría para saber a dónde iríamos un par de días más tarde. En Guilin se pueden hacer más cosas, como visitar el parque 7star, la pata de elegante (peñón que se adentra en el agua) o varias colinas. Todo esto es previo pago, y la verdad es que creemos que es un precio descabellado para el nivel de vida chino. Solo vamos a decir que con las dos entradas a estos complejos (que personalmente no son los mejores de China, ni mucho menos), nosotros dos podíamos vivir casi una semana en China. Por tanto, disfrutamos de las calles, de las personas mayores jugando a cartas y a juegos de mesa, comiendo comida callejera y fruta, y visitando las dos pagodas gemelas de Guilin.



Curiosidades

 Los días pasan y llegamos a Yangshuo. Nos habían dicho que no nos podíamos perder este lugar. Sobre todo por lo bonito del pueblo (muy turístico, por cierto) pero sin duda lo mejor de esta zona es recorrer en bicicleta sus alrededores. Hay que decir que Yangshuo es patrimonio de la humanidad y todo lo que tenga turismo en China, sus habitantes lo saben explotar, a veces tanto que satura.  Sin embargo, te sientes recompensado cuando al alejarse se ve a grupos de locales bailando al ritmo de música china o como se juntan grupos de numerosos de personas  para realizar coreografías en plena calle para mantenerse activos y en forma. Como decimos lo mejor de nuestro paso por Yangshuo fue alquilar bicicletas para recorrer los alrededores, ver a la gente vivir como realmente lo hacen, perderse por campos de cultivo, compartir algunas palabras con los locales, ver como la gente trabaja en medio de campos de arroz inundados de agua, o simplemente ver como la gente deja pasar las horas durmiendo o sin demasiados esfuerzos.  Casi  cinco horas pedaleando para saborear lo mejor de Yangshuo y acabar meditando sobre el bonito paisaje de este lugar atravesado por el rio Li.           

Fotos: mujeres obreras y snacks de pollo envasados



Pedaleando por Yangshuo



Fotos: Carniceria con ventilador antimoscas. Siguiente: Saludando a los niños

Barcas de Bamboo en Yangshuo por el rio Li